viernes, 20 de abril de 2007

La increible pero ciertamente cierta historia del Mantenimiento de la estirpe Cross (o el mundo al revés).

Había una vez, hace no mucho tiempo, una capital europea de gran esplendor y no menor belleza en la que los ciudadanos, los mas cívicos, respetuosos, educados y amables del mundo según argumentaban ciertas fuentes y llenos de Esperanza, caminaban por sus anchas y limpias calles, impolutos e incambiantes. Una ciudad tan bien hecha que una vez acabada nunca necesitó de una reforma ni se vio una obra por la calle, ni modificación alguna. Tan bien constuida estaba aquella ciudad que el tráfico era fluido, lo cual hacía enormemente felices a sus habibantes, asi como a sus visitantes por que se llegaa en 10 minutos a cualquier sitio.

Pero esta es solo una ciudad, una ciudad cualquiera que sirve de marca para una bonita historia. En esta ciudad, provenicente de otra mucho mayor y que era imitada como modelo a seguir por el mundo, de cuyo seno salieron los políticos mas sinceros jamás vistos llegó Lord Cross, joven simpatizante de la izquierda racionalista que defendía sus ideales con gran pragmatismo y lógica. Lord Cross era un hombre esbelto, de gran estatura y noble porte, pelo rubio, mirada aviesa e hyperactiva personalidad, siempre deseoso de hacer algo para no estar quieto sin hacer nada y llegado a nuestra metrópolis buscó un sitio donde instalarse y así encontró a dos compañeros en un barato, pues en esta ciudas los pisos y las casas practicamente las regalaban, palacete de alquiler muy cercano al centro urbano. De sus dos compañeros había uno de pelo corto y buenas costumbres, pues jamás se le vio fumar, beber o tomar sustancia alguna que pudiera alterar su perpetuo status quo llamada Lord Bana y otro, tambien de pelo corto, traje y corbata y pelo lamido por la lengua de una vaca hacia atrás que defendía sus ideas ultraderechistas con ilógica cabezonería y habitualmente se encontraba con los buenos ardides de Lord Cross cargados de sabia ironía y no poca razón, no era otro que Lord Tyran.

Tras varios tiempos de convivencia de nuestros tres heroes y no con menores contratiempos y aspavientos, venida de las lejanas tierras del sur, bajita, de tez morena y pelo tizón llegó una agraciada chiquilla que a Lord Bana conocía de uno de sus viajes de expedición a la sabana del continente vecino y la chiquilla en visita a esta nuestra hermosa pólis decidió, en un gran acierto de comunicación, retomar su contacto con Lord Bana que en su tiempo fue de lo mejor. No en vano, Lord Bana, atraido por la singular belleza de la chiquilla la colmó de atenciones pero su personalidad, tan arcaica, anticuada y tranquila acabó por llevar a la jovencita a sentirse atraida por nuestro valiente heroe, Lord Cross, quien con su actitud activa, su encanto y su sentido del humo había conquistado a la muchacha utilizando su audaz ingenio. Lord Bana, pese a estar ciertamente apesadumbrado se alegro por su amigo y dejo coexistir a ambos dandoles su bendición y Lord Cross haciendo honor a su fama colmó de atenciones a la chiquilla, sentadose a su lado y sin separarse de ella, como hizo día tras día demostrando su buen hacer y aleccionando a sus conciudadanos de como cuando a un hombre hecho y derecho Dios, nuestro señor, le brinda una oportunida semejante sabe aprovecharla y mantener bien alta su estirpe, la estirpe de los Cross.

1 comentario:

Tyhwer dijo...

Mis respetos, caballero.