Ríete si quieres. No importa. Créete mucho más listo que el pobre y arruinado lunático. No importa. Pero piensa en esto: eres igual que yo. ¿Qué nos hace diferentes? Muy sencillo: yo recuerdo lo que vi cuando estaba muerto. Tú también estarías loco.
Viciosos los ojos que te ven agraciadas las manos que te tocan, maldita la lengua que te besa uraños los reflejos de tu boca bentidas las lagrima que corren de tus ojos, a tus mejillas, de estas a tu ropa. Maravillada la nariz de oler tu aroma. Envidiosos estos ojos de leer que ni te besan, ni te rozan ni te tocan que el viento traiga a mi nariz los ultimos destellos de tu aroma.
((Vuelvo inspirado por la que parece ser mi única musa que me queda...))
Y sabes bien que hasta los huesos solo calan los besos que no has dado, los labios del pecado...
Y sin embargo... la quiero, me di cuenta en su momento, cuando, una vez mas, como el dia que me di cuetna por primera vez que la amaba, se lanzó sobre mi para juguetear haciendo el capullo, como dos crios, pero esta vez era distinto, ella jugaba, y yo me desangraba por dentro. Era tan parecido pero tan distinto, ambos habíamos crecido y por mucho que trate de disimularlo, ambos hemos madurado, seguramente ella mas que yo, pues no soy capaz, no puedo, desechar estos sentimientos que creia olvidados, perdidos, destruidos, renegados, aniquilados por mi mismo. Pero tan solo había interpuesto una barrera de ignorancia que se romía cada vez que ella aparecía frente a mi, a las pocas horas, como si las trompetas de Josue soplaran echaba abajo mi muro y hendía sus garras bien profundo otra vez, sangrando. Y yo, en vez de aceptar que no había defensa posible, me tumbaba y reconstruia el muro, con lagrimas, una vez mas. Al menos me quedan fuerzas para levantar paredes...